L@s invito a reflexionar sobre este tema, ya que es un tema que nos concierne a todos porque abarca cada uno de los aspectos de nuestra vida; Desde épocas ancestrales vivimos en un mundo multicultural, más específicamente en un continente multicultural y más particularmente nacimos en un país multicultural!, pero aunque parezca obvio decirlo en esta época, aun es necesario recordarlo: claramente cada uno de nosotros los chilenos, no somos hijos solamente de Europa.
Abrirse
a comprender esto en plenitud, puede cambiar nuestra vida.
Cuando
tenemos el sueño de la INTERCULTURALIDAD es decir queremos favorecer espacios
de encuentro y procesos de intercambio entre personas cuyos orígenes,
costumbres, creencias, idiomas y cosmovisiones son diferentes, porque creemos profundamente que este intercambio
puede enriquecer valiosamente nuestras vidas; Y anhelamos en la experiencia de convivencia
entre personas el encuentro respetuoso, debemos buscar entonces, eficaces
modos para lograr un “verdadero encuentro respetuoso, nutritivo y
amoroso”, no podemos solo quedarnos a medias en el primer paso, el de
reconocer que efectivamente existen estas diferencias entre culturas y decir
que validamos las diferencias, mientras seguimos calladamente pensando que una
sola es la verdad y las otras propuestas son extrañas y erróneas.
Si
bien dar este primer paso es fundamental, no es suficiente solo con esto, para facilitar
encuentros verdaderos y así posibilitar cambios internos profundos en cada ser, y desde
ahí generar cambios sociales profundos, es necesario ir más allá…
Se
han dado pasos y se ha avanzado, pero está claro que hoy aún ni en Chile ni en el mundo se integra igualitaria
y equitativamente a todas las personas de orígenes diversos a la sociedad,
estamos lejos de resolver los problemas de raíz que por cientos de años han
generado prejuicios raciales, desconfianza, rechazo a las diferencias y la marginación
de los grupos de personas rechazadas. Estas malas prácticas siguen existiendo en la sociedad mundial, y
específicamente aquí en Chile, lamentablemente el pensamiento y la visión de la
gran mayoría de las personas mestizas adultas hacia las comunidades originarias,
sigue adherido a la ignorancia y prejuicios de paradigmas antiguos, ¿Y cómo es
posible que esto suceda todavía?, simplemente porque esencialmente la
estructura que sustenta este sistema sigue siendo la misma, ya que los avances que se han logrado no
tienen aún la profundidad necesaria para transformarla, y así es como todos, de una u otra forma,
hijos de esta matriz seguimos alimentando un sistema que por cientos de años se
sustenta sobre una jerarquía racista: blancos (europeos), mestizos, “indios” y
“negros” donde los primeros son los que poseen el conocimiento, dictaminando
que la suya es la única verdad, a los mestizos se los insta a seguir a los primeros como a
dioses y a aspirar reconocerse en ellos, y a los últimos del escalafón se los
considera como identidades de poco valor, ignorantes, paganos e incapaces de
aportar socialmente; con esta mentalidad obviamente se sigue fomentando el sometimiento y la subordinación
de estas comunidades, impidiendo su real intervención en cualquiera de los
asuntos que competen a la sociedad, enmudeciendo sus conocimientos,
cosmovisiones, creencias y modos de concebir la existencia, tornando la
participación en la sociedad de estas comunidades como algo casi decorativo, solo
como un engranaje más funcional para el
interés y control del sistema aún vigente.
Todos
aquellos que estamos interesados en contribuir realmente al proceso de acortar
la brecha de ignorancia, desigualdad y distanciamiento que existe entre
personas, comunidades y culturas de orígenes diferentes, aquellos que vamos
pretendiendo interculturizar, no podemos hacer oídos sordos al llamado de las
voces de las organizaciones de personas de Pueblos originarios y varios
importantes educadores, filósofos e intelectuales de América latina que nos
invitan a vivenciar la interculturalidad críticamente, es decir observante de
la realidad, y de nosotros mismos, reflexiva, consciente, que se cuestiona si
realmente nuestra intervención ¿aporta a
un cambio estructural profundo?, o solo se suma a plantar la semilla egoísta y
deshumanizante tan popular en estos tiempos…Debemos ser muy honestos en esto,
porque sabemos con certeza que solo así podemos llegar a experienciar el BUEN VIVIR, porque ya hemos comprendido que no es suficiente
para nuestros espíritus lo que la sociedad occidental desde sus profundas
carencias nos ofrece.
Las
voces que proponen la interculturalidad crítica nos hablan de un proyecto
transformador , un proceso a través del
cual podamos renacer como personas que se disponen a re-aprender a limpiarse de
estructuras internas castrantes y orientarse hacia nuevos paradigmas; Cuyo
propósito es intervenir en la creación de una sociedad nueva, reformulando las
antiguas estructuras, generando una convivencia más humana, respetuosa, más
amorosa, entre personas capaces de abrir sus mentes y sus corazones a la diversidad
y riqueza intrínseca en los conocimientos, para la mayoría desconocidos, de las
demás culturas que no se han vivido como propias, y son parte esencial de
nuestro origen.
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