Extracto
de “MAMIRE, EL ÚLTIMO NIÑO”
Libro de Víctor Carvajal.
“…Pero los niños de ahora jugaban ensimismados con
maquinitas no más grandes que un paquete de cigarrillos. Aquellos curiosos
objetos producían sonidos extraños al pulsar botones de un modo constante e
incansable. ¿Qué magia poseían aquellos juguetes que atrapaban tan intensamente
la atención?¿Juguetes que impedían levantar la vista para disfrutar de las
bellezas del valle?. Estos hijos de los hijos del Aromo no se divertían con los
festejos tradicionales, tampoco se deleitaban mirando el lugar donde nacieron
sus padres.
…………Pero si aquellos niños tuvieran ojos para el
desierto, como alguna vez los tuvieron sus padres,, verían lo mismo que Mamire:
la sal de la pampa llena de reflejos, las piedras que cambian de forma bajo la
noche, la brisa que traslada cristales con sus dedos invisibles, los ojos
brillantes de los roedores nocturnos en sus correrías de cada luna. Mamire
pensó que en lugar de pasarse el día con la vista hundida en aquellos cuarzos
mágicos, era más hermoso dirigir la mirada a las estrellas para verlas
resplandecer en el vasto firmamento, profundo y sereno.”
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